Quien ríe en viernes, llora en domingo.
Anónimo
No, no se trata de una entrada sobre el resultado de la selección mexicana de balompié en su partido de ayer contra su homóloga de El Salvador.
No se trata de criticar al árbitro que decidió el partido cuando marcó
el cobro de un penal a favor de los salvadoreños cuando era evidente
que el balón fue a la mano del defensa mexicano. Ese fue un robo, no un domingo siete. Y aunque la imagen de entrada celebra el gol anotado por el Ru-cuau y anulado por el árbitro,
la entrada se trata de esa frase que indica una situación no deseada y
que denota una actitud poco inteligente de quien es acreedor (o
acreedora) del epíteto de marras.
Hoy es domingo siete (de junio
de 2009) y ya desde el viernes advertía a muchas de mis amigas solteras
de cuidarse en este día. Pues en la tradición mexicana (y al parecer de
casi toda Latinoamérica), salir con su domingo siete es sinónimo de quedar embarazada en forma "accidental" (o por decirlo de mejor manera, por no cuidarse).
Esta
frase la escuché de boca de mi mamá por primera vez siendo un
inquisitivo crío de 8 años, supongo que aplicada a alguna de sus
amigas, o primas, o sobrinas. Recuerdo que estaban presentes mi tía
Dolores y mi abuela Lupe. Y entonces, después de aplicada la frase
pregunté "¿Que es eso de salir con su domingo siete?". Mi madre tosió y salió corriendo, mi abuela dijo maldiciones en voz baja y sólo mi querida tía Lola le entró al quite.
Para
explicarme ese misterioso (para mí) concepto, me contó la historia de
dos hombres que se habían perdido en un mágico bosque y que ahora
reproduzco aquí, tal y como la recuerdo.
Dos
hombres perdidos en un bosque no hallaban el camino de regreso a su
casa. Decidieron separarse para buscar camino. En su deambular por el
misterioso y oscuro bosque uno de ellos escuchó que a lo lejos unos
duendes cantaban una copla que iba así:
Lunes, martes, miércoles ¡tres!
Le
pareció que podía pedirles ayuda, pero sabía que sólo podía obtenerla
si hacía algo por complacerlos. Así que se acercó a donde los duendes
cantaban a coro y al término de la copla el hombre cantó en un tono de
una quinta más baja:
Jueves, viernes, sábado ¡seis!
Los
duendes sorprendidos se acercaron al hombre y le pidieron que cantara
con ellos pues su contribución había sido de su agrado. Así la copla se
había convertido en:
Lunes, martes, miércoles ¡tres! Jueves, viernes, sábado ¡seis!
Contentos,
cantaron por un buen rato hasta que el hombre les pidió ayuda para
salir del bosque y regresar a su casa, a lo que los duendes accedieron
de buena gana. Al poco rato, y atraído por la nueva copla cantada por
los duendes, el otro hombre alcanzó a escuchar el canto a lo lejos.
Animado por la posibilidad de pedir ayuda a los duendes se las ingenió
para completar la nueva copla.
Lunes, martes, miércoles ¡tres! Jueves, viernes, sábado ¡seis!
Pero
como sólo quedaba un día de la semana, lo único que se le ocurrió fue
llegar con los duendes y cantar a destiempo y sin entonación:
Domingo ¡Siete!
Los
duendes callaron y molestos por la interrupción sin ritmo ni tono,
tomaron preso al hombre y lo mantuvieron así por el resto de sus días.
Bueno,
así es como recuerdo el cuento. Indiscutiblemente funcionó pues para un
chico de 8 años, la historia narrada era de lo más fascinante (recuerdo
a los lectores que en ese entonces no había tanto producto de consumo
infantil, nada de Disney Channel o Discovery Kids en la TV). Para mí,
la larga y fantasiosa respuesta de mi tía había sido satisfactoria y
dejé de preguntar. Para mi madre y mi abuela fue un alivio no tener que
explicarme la reproducción sexual humana en ese instante.
Entrado
en años (y en mañas) entendí que la frase se aplicaba a la situación de
embarazo no deseado, en particular, y en general a situaciones fuera de
tono, de contexto, ridículas o de mal gusto, que eran el resultado del
actuar de gente desubicada o no sintonizada con su entorno. Así que
aunque también le podemos aplicar la frase al inepto árbitro del
partido de ayer, es mejor utilizada para describir casos de embarazos
no deseados.
Regresando
al cuento, por muchos años pensé que la narración había sido
obra de la inspiración instantánea de mi tía. Pero con esto de las búsquedas por
google me enteré recientemente que el cuento original no era de su
autoría. Al parecer es obra de la autora costarricense María Isabel Carvajal.
Y aunque esta versión original que refiero difiere un poco de la que yo
escuché, se nota claramente que se trata de la misma historia. Incluso
hay versiones localistas que hacen mofa de las particulares
idioscincracias, como el caso de esta versión de la zona de Salta en
Argentina: http://www.camdipsalta.gov.ar/INFSALTA/cotos.htm.
Como
corolario de tanta reflexión sexual-futbolística sobre resultados
indeseados, mi recomendación de hoy para las lectoras solteras es que
si deciden andar del tingo al tango, procuren no tener relaciones
sexuales sin protección. No sea que la cábala numerológica del 7
dominguero haga su indeseado efecto. Y para el árbitro de ayer (de cuyo
nombre no quisiera acordarme): Quedaos en El Salvador.
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